lunes, 21 de marzo de 2011

Dulces bendiciones

"Que Dios te bendiga". ¿Cuántas veces mi abuela Chucha me lo dijo? Las mismas que en mi interior me enfadaba con ella por decirme semejante frase. La veía como de telenovela, de persona mayor, sonaba a despedida más que a un deseo de que todo me fuera bien. Hoy, esas cuatro palabras tienen otro sentido para mí.

Silencio. Vacío. Es todo lo que ahora mismo me gustaría que hubiera en mi mente. No pensar en lo que me viene una y otra vez, sin descanso. Si pudiera dar marcha atrás lo haría y no precisamente por mí. Dicen que cada uno tiene lo que se merece, pero sé, que no siempre es así. En esta ocasión, las expresiones populares, esas que parece que siempre dicen la verdad, se equivocan.

¿Cómo ordenar todo lo que me pasa por la cabeza estos días? Una llamada hizo que todo en mi interior empezara a moverse, muchos sentimientos florecieron. Durante unos días dejé de ser yo misma, la que intenta que las cosas no le afecten más de lo normal, pero fue más fuerte que yo, la preocupación se instaló en mis pensamientos y todavía sigue ahí.

Una historia que había vivido desde la barrera, de la que había informado, volvía a la actualidad y, en esta ocasión, era yo la encargada de devolverla al primer plano. Reflejar el dolor de una familia que ha sufrido una pérdida de la peor forma en la que pueda producirse es complicado. Hacerlo sin caer en dar detalles de todo lo que sucedió lo es aún más.

Una muerte sin sentido, un vil asesinato que dejó a una familia sin su hija. No llegué a conocerla, pero estos días he estado más cerca de ella que nunca. Si los hijos somos el reflejo de los padres, ella tuvo que haber sido la mejor. Cariñosa, confiada, alegre... la mirada triste de su madre lo dice todo. La desgracia la unió para siempre a esta isla, y es aquí donde trata de recuperarse de algo que la acompañará hasta el final de sus días.

Olvidar, nunca. Luchar, hasta el final. Son las consignas que se ha marcado una persona que desborda bondad, que lejos de encerrarse en si misma, saca lo mejor que tiene. Lo demuestra en cada palabra, en sus gestos, en su calma.

Hace cinco años me quedé sin esa frase que tanto me aterraba y estos días la he recuperado. Fátima ha conseguido darme, desde el alma más triste, la más dulce de las bendiciones.

1 comentario:

  1. Es enserio: este artículo en particular (y los anteriores) tienen nivel para estar en EPS o EL SEMANAL, osea en un dominical. Enhorabuena, si pudiera enchufarte lo haría (para eso primero tendría que estar trabajando en algun medio, jeje)

    ResponderEliminar