miércoles, 25 de mayo de 2011

Rituales de importación

Es uno de los rituales más repetidos en el bloque de deportes de los informativos. El equipo nacional de rugby de Nueva Zelanda, los All Blacks, escenifican la "Haka Maorí". Lo hacen antes de cada partido y sirve para dar la bienvenida al equipo rival. Los gestos y los semblantes de los jugadores recuerdan al de unos guerreros que se preparan para iniciar su batalla más importante.


Estos días en Fuerteventura, hemos conocido una nueva versión de este ritual, la "Haka Majorera". Los jugadores del Mahoh, decidieron buscar un grito de guerra, un ritual que les estimulase antes de cada partido. Como si de auténticos guerreros maoríes se tratara, se colocan en formación e inician un rito del que varios medios de comunicación se han hecho eco.

 


Lo curioso de la nueva haka es que se ha adaptado a las costumbres canarias. ¿Para qué hablar de hombres valientes que mueren y viven mientras el sol brilla? La mejor forma de celebrar el Campeonato de Canarias Juvenil es cantando a las papas arrugadas, al mojo y, cómo no, al ron Arehucas. Tres de los manjares típicos de la tierra. De momento la adaptación de este ritual les ha traído el reconocimiento público de su logro deportivo y ocupar algunos minutos en televisión e Internet. ¿Veremos próximamente una haka que cante a la butifarra o a las ensaimadas? El tiempo lo dirá.


Para ver la haka majorera completa visita la página:  http://tibiabin.tv/2011/05/haka-mahori/

domingo, 15 de mayo de 2011

Lorca en la distancia

Estos días se ha visto y se ha escrito mucho sobre los dos terremotos de Lorca. Las imágenes que captó el equipo España Directo, cuando caía el campanario de una iglesia, dieron la vuelta al mundo. Todo lo que vino después me recordó, y mucho, al día en que cayeron las Torres Gemelas en Nueva York. Horas de televisión, conexiones en directo y análisis desde diferentes ángulos, de una tragedia, que cogió a todos por sorpresa.

Cada vez que ocurren este tipo de hechos, se me viene la misma pregunta a la cabeza: ¿Cómo mantener la sangre fría en un momento como ese? ¿Sería capaz de seguir informando con la serenidad con la que lo hizo el reportero de Canarias Directo? Dar una respuesta en frío sería inútil, hay que verse en la situación, para saber cuál sería la reacción de cada uno de nosotros.

A la mañana siguiente de los terremotos, tuve la oportunidad de hablar con alguien, que lo vivió en la distancia, con la preocupación lógica de una persona que tiene a toda su familia en un lugar que sigue intentando recuperar la normalidad. Gracias a él, me puse en contacto con un equipo de una televisión local de Lorca, que estaba trabajando en el momento en que todo se empezó a mover.

A través del teléfono, las palabras de la redactora eran una radiografía de todo lo que habían contado los medios hasta el momento. Pero la forma de contarlo, de transmitirlo, de expresar el caos que se vivía de forma serena y calmada, me hizo recordar que para dedicarse al periodismo hay que tener algo "especial". Es importante tener la capacidad de olvidar por un momento los sentimientos y hacer lo que se debe, informar. Aunque, como se pudo ver en las imágenes,  pongas en riesgo tu integridad física.

El micrófono, al igual que la cámara de vídeo o la de foto, cambian a quien lo porta. Dejas de ser tímido y prudente, para convertirte en un animal de la información. Ese animal que siempre está alerta y que se transforma en bestia cuando la noticia lo requiere.

sábado, 7 de mayo de 2011

Chaparrones "mediáticos"

Alguien me dijo una vez que había "personas con clase y clases de personas". ¡Qué verdad tan grande! Puedo presumir de venir de una familia muy preocupada por la educación. Algo que se ha ido transmitiendo de generación en generación y reconozco que, tal vez, es algo que miro mucho, en ocasiones demasiado.

Por eso todavía me sorprendo cuando me encuentro en mi día a día con personas capaces de perder las formas con una facilidad pasmosa.

Al hacer informativos en televisión, por lo general, te debes a una línea editorial, creas o no en ella; la improvisación no existe, todo está bien atado e innovar es prácticamente imposible. Existen normas para escribir, para rotular, para vestir y a eso se une mi norma autoimpuesta, de forma permanente, del "buen comportamiento".

Por delante de mis ojos han pasado delincuentes, políticos empeñados en hacer desplantes a la prensa día si día también, seguidores enfadados de un equipo de fútbol, personas que acaban de sufrir un accidente y no quieren que se les grabe...una lista interminable de situaciones, no demasiado agradables, pero que con un poco de calma, comprensión, educación y puede ser que algo de clase, he podido timonear para que todas las partes quedaran satisfechas.

En pocas ocasiones he tenido que tomar decisiones drásticas. Vetar a alguien por iniciativa propia me cuesta, siempre confío en que las personas entren en razón. Para mi sorpresa he tenido que hacerlo, he tenido que retirar la invitación que yo misma había hecho a una persona, para que participara en un directo, en el que además se iban a promocionar sus productos.

¿Realmente se sabe cuánto cuesta un minuto en televisión? ¿un minuto de segmento de satélite? Salir en un programa informativo regional es una muy buena promoción, durante cuatro minutos iba a tener publicidad gratuita de sus productos, de su Asociación, en definitiva de su trabajo. Fueron sólo unos minutos pero me sentí como una niña pequeña que recibía una reprimenda por su mal comportamiento. Un ataque directo desde el primer momento, por cualquier cosa que pudiera hacer o decir, a pesar de disculparme reiteradamente por cosas, por las que ni tendría que haberlo hecho.

Acepto recibir órdenes, sólo de los que tienen potestad para dármelas, pero no de quien busque protagonismo o me trate de forma inadecuada. El listón marca unos mínimos, mis mínimos.

La veda está abierta.

domingo, 1 de mayo de 2011

Cuatro años...

Estos días han sido muy especiales para mi. Se cumplen cuatro años desde que empecé mi vida en Fuerteventura. Cuatro años desde que, de un día para otro, cogí mis cosas y casi sin pensar, me mudé a una isla en la que sólo había estado dos veces en mi vida.

Recuerdos, pocos, tan sólo algunos destellos de una casa en la que la casualidad ha hecho que vuelva a estar y que se ha convertido en mi hogar casi treinta años después. Y un molino, en el que me hice una foto con mi familia. Sólo con esas pistas volví a una tierra de la que sólo sabía lo que se veía por la televisión, playas infinitas y un paisaje desértico.

No es la primera vez que en alguno de mis posts digo que son muchas las historias que vivimos las personas que nos dedicamos al periodismo. Pero si tuviera que escoger una me quedo con la visita de la Reina Doña Sofía a la isla y la suelta de tortugas que hizo en la playa de Cofete.



Durante esos días era la coordinadora de la Delegación y por un cúmulo de circunstancias que no vienen al caso, nos vimos en la obligación de organizar "a nuestra manera" una visita que obligaría a tener a todos los equipos en la calle, sacar adelante el informativo insular, hacer directos desde distintos puntos de Fuerteventura y conseguir estar en dos lugares lejanos y completamente opuestos en el mapa: la isla de Lobos y la playa de Cofete.

Hasta varias horas antes, nada estaba claro, pero la responsabilidad hizo que el equipo al completo, sin olvidar a nadie, sacara las fuerzas y el coraje que no sabíamos que teníamos y trabajáramos como auténticos jabatos para culminar el trabajo con éxito.

Mi cometido fue ir a Cofete. A unas dos horas de distancia de Puerto del Rosario, de las que cuarenta minutos son por caminos de tierra. El destino, una imagen que recomiendo a todos los que visitan la isla.




En esa playa, la Reina Doña Sofía haría la suelta de tortugas. Allí, sin cobertura, era como si hubiéramos desaparecido, nadie tenía noticias nuestras. En ese lugar, descubrimos que las acreditaciones se habían perdido entre tanta burocracia, la cámara comenzaba a fallar, y la seguridad de Casa Real, preocupada de hacer su trabajo, no nos dejaba mover en un espacio superior a un metro cuadrado, hasta que no nos tuvieran completamente identificados.




Finalmente, ese compañerismo del que puedo presumir surgió y pudimos disponer de las imágenes que había grabado uno de los compañeros. Llegaron los momentos de tensión, vuelta a toda velocidad por esos caminos de tierra hasta recuperar la cobertura y en un espacio de tiempo no superior a una hora, escribir una noticia, editarla y preparar un directo para el informativo.




Carreras, prisas y nervios que culminaron con un trabajo bien hecho por toda la Delegación. Un trabajo del que a día de hoy nadie ha dicho nada. Es triste pensar que, como dicen los ingleses "no news, good news", y tengamos que interpretar que ese silencio es positivo.




Me quedo con la sensación que tuve al final del día, esa vez fue la primera que sentí que lo que hacía era de verdad y es, precisamente esa sensación, la que viene a mi cabeza esos días en los que me pregunto por qué sigo en esta isla cuatro años después, por qué intenté salir de ella y algo me hizo regresar. Aún estoy por descubrir qué fue, porque estoy segura, que algo bueno guarda en su interior. Espero poder encontrarlo...muy pronto.