sábado, 7 de mayo de 2011

Chaparrones "mediáticos"

Alguien me dijo una vez que había "personas con clase y clases de personas". ¡Qué verdad tan grande! Puedo presumir de venir de una familia muy preocupada por la educación. Algo que se ha ido transmitiendo de generación en generación y reconozco que, tal vez, es algo que miro mucho, en ocasiones demasiado.

Por eso todavía me sorprendo cuando me encuentro en mi día a día con personas capaces de perder las formas con una facilidad pasmosa.

Al hacer informativos en televisión, por lo general, te debes a una línea editorial, creas o no en ella; la improvisación no existe, todo está bien atado e innovar es prácticamente imposible. Existen normas para escribir, para rotular, para vestir y a eso se une mi norma autoimpuesta, de forma permanente, del "buen comportamiento".

Por delante de mis ojos han pasado delincuentes, políticos empeñados en hacer desplantes a la prensa día si día también, seguidores enfadados de un equipo de fútbol, personas que acaban de sufrir un accidente y no quieren que se les grabe...una lista interminable de situaciones, no demasiado agradables, pero que con un poco de calma, comprensión, educación y puede ser que algo de clase, he podido timonear para que todas las partes quedaran satisfechas.

En pocas ocasiones he tenido que tomar decisiones drásticas. Vetar a alguien por iniciativa propia me cuesta, siempre confío en que las personas entren en razón. Para mi sorpresa he tenido que hacerlo, he tenido que retirar la invitación que yo misma había hecho a una persona, para que participara en un directo, en el que además se iban a promocionar sus productos.

¿Realmente se sabe cuánto cuesta un minuto en televisión? ¿un minuto de segmento de satélite? Salir en un programa informativo regional es una muy buena promoción, durante cuatro minutos iba a tener publicidad gratuita de sus productos, de su Asociación, en definitiva de su trabajo. Fueron sólo unos minutos pero me sentí como una niña pequeña que recibía una reprimenda por su mal comportamiento. Un ataque directo desde el primer momento, por cualquier cosa que pudiera hacer o decir, a pesar de disculparme reiteradamente por cosas, por las que ni tendría que haberlo hecho.

Acepto recibir órdenes, sólo de los que tienen potestad para dármelas, pero no de quien busque protagonismo o me trate de forma inadecuada. El listón marca unos mínimos, mis mínimos.

La veda está abierta.

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