viernes, 3 de junio de 2011

Maldito "romanticismo"

Desde hace unos días la cabeza no para de darme vueltas. Ideas que me provocan desasosiego, que hacen que me plantee muchas cosas. Tal vez estoy en uno de esos momentos que suelo calificar como "románticos", y no porque tengan que ver con cuestiones del amor, todo lo contrario. Digamos que se trata de momentos filosóficos, de esos que al final sientes que te llevan a ninguna parte. Lo único que consiguen es dejarte fuera de circulación y así es como vivo de una temporada a esta parte, en una carretera secundaria sin rumbo fijo.

Fuerteventura es una isla que se presta a sumirte en ese romanticismo particular en momentos puntuales. No sabría decir si es la luz, las llanuras infinitas o las historias que día a día encuentro en mi camino. Por suerte, esto último es lo único que me hace recordar por qué estoy aquí, y me vuelve a dar fuerzas para aguantar un tiempo más. Pero ese tiempo de prolongación es cada vez menor y el marcador se ajusta más cada día.

Mi último pequeño respiro me lo dio una noticia que consiguió quitarme el sueño. Y no por la dificultad o por las expectativas que hubiese podido crear en los demás. Confiaba en mí y en mis posibilidades, y lo sigo haciendo, aunque esa confianza esté cada día más minada, atacada por la carcoma más voraz.

Por una tarde conocí cómo se vivía en el lugar más recóndito de la isla hace casi cuarenta años. Un sitio, al que comenzaban a llegar los primeros turistas, con sus cámaras de foto y vídeo, para dejar constancia de ese pequeño paraíso aún por explotar. Hoy, cuarenta años después, el cemento se ha apoderado de un lugar que todavía guarda parte de esa magia, sobretodo en la memoria de unos pocos y en el esfuerzo de otros tantos, que intentan recuperar todo ese material perdido en gavetas olvidadas.

El resultado diría que es muy aceptable. Me emocionó gracias a esos testimonios que tuvimos la suerte de conseguir, a las historias que Guillermo nos contó y las ubicaciones que nos enseñó, pero también gracias a Jesús, que pensó en mí porque sabe que con esto me da la vida, al menos durante un tiempo. Y no me olvido de Eduardo, gracias a él, puedo subir el vídeo y disfrutarlo siempre que quiera.

Nunca un minuto y catorce segundos me parecieron tan cortos.



1 comentario:

  1. Al menos lo que te quita el sueño es un trabajo bien hecho, que me habías asustado, jejejejeje y el rmanticismo en medidas moderadas no es dañino, que sepas :)

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