sábado, 2 de abril de 2011

De presuntos maleantes a príncipes herederos

Si algo tiene de especial el trabajo de redactor de informativos, es la capacidad que tienes para tratar temas diferentes. Conoces de todo, pero de nada a la vez, y requieres de una memoria infinita para retener fechas o momentos que tarde o temprano te servirán para recordar historias que quedaron en el olvido.

He asistido a una de las semanas más estresantes que pueda recordar. Una plácida jornada de trabajo en el sur de la isla, a noventa kilómetros y más de una hora de distancia, se convirtió en una pequeña tortura informativa que duró varios días. Tras entrevistar a un francés amable pero "hablador en exceso", que a punto estuvo de ahogarse en una playa, y a su indignado rescatador, un cocinero de chiringuito playero y en otros tiempos socorrista, salta la noticia.

Algo pasa a dos o tres kilómetros de donde nos encontramos. La Policía Nacional irrumpe en la sede de la Policía Local de un municipio con más de trescientos ochenta kilómetros cuadrados, en el que las distancias son eternas. La información es confusa, los Nacionales están allí, los veo con mis propios ojos, esta vez no es una falsa alarma.

Y en ese punto de la historia todo empieza uno de los momentos más bonitos de mi profesión. Por suerte vivo en una isla en la que aún existe la ayuda entre compañeros. No buscamos exclusivas, ni ser los primeros, nuestro único objetivo es informar. Llamadas cruzadas, estrategias de actuación para que ninguno pierda la imagen, la historia, la entrevista en el momento justo...

Dos directos diarios para contar las novedades, hacen falta datos pero nadie dice nada. Buscas entre tus fuentes, que muchas veces más que ayudar ponen zancadillas, algo que, con los nervios del momento sienta mal, pero con el paso de los días te das cuenta que únicamente obedecen a órdenes. Pero ahí están las hormiguitas, ayudándose unas a otras. El objetivo, informar de la mejor manera, sin buscar reconocimientos "supremos", esos nunca llegan, al fin y al cabo, sólo haces tu trabajo y para eso te pagan.

Y cuando después de estar ocho horas en la puerta de un Juzgado, viendo entrar y salir gente, grabando cualquier movimiento que pudiera ser sospechoso, todo acaba con varios presuntos en la calle. Ahora sólo toca esperar el juicio, ese en el que tendrás que recordarle a tu cerebro toda esta historia porque habrá pasado tanto tiempo que posiblemente ya lo hayas olvidado.

Vuelve la calma, el cansancio es máximo así que para relajarnos un poco vamos a escribir una noticia de fútbol. Una previa de la jornada de liga del fin de semana. Buscamos sancionados, clasificaciones, estadísticas...un teléfono y de nuevo a correr. Dichosos Haakon y Mette-Marit, ¿no podrían haber buscado otro día mejor?

2 comentarios:

  1. jajajajajajajajaja...

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  2. Si el trabajo de periodista es tan estresante en una isla paradisiaca, imaginate en una peninsula llena de godos malhumorados, con compañeros de trabajo que escupen bilis, que si que te ponen zancadillas aunque las fuentes respondan como deben, informando de los que les interesa. No es un ejemplo de mi día a día pero sé que ocurre por estos lares. Decidido, aunque haya algunos asesino en Canarias y los sucesos en esa isla superen la media del resto de la patria, ahí me voy de hamaquero. He dicho: que se lo digan sino a un ex-compañero de facultad canario del que perdí contacto el segundp año de carrera.

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